La Ciencia es la Policía de la razón

 ... la verdadera y pertinente discusión no es si la Educación debe ser pública o privada (¡qué aburrimiento de discusión!) sino si la Educación debe ser estatal o popular, es decir, si debe ser estatal (sometida a su aparato y control) o no. Esa es la discusión que ninguno veremos en televisión ...".

     La Ciencia es la Policía de la razón. Del razonamiento. Es decir: que el Saber científico se encarga de vigilar y reprimir (a través de cada uno de nosotros) las conversaciones más o menos curiosas y desprevenidas que puedan surgir sobre ciertos temas. Y donde hay policía, la hay porque hay interés privado que defender. Así que, la pregunta es: ¿qué interés custodia el Saber científico? Respuesta: la Ciencia es la forma actual y progresada de represión del razonamiento. Es la forma progresada que ha encontrado el Poder de seguir reprimiendo los peligros del razonamiento. Y ¿cuáles son esos peligros? Respuesta: el descubrimiento de que no es verdad lo que se sabe. El descubrimiento de que las contradicciones siguen siempre igual de vivas y latentes por ahí abajo, en las profundidades de la Ciencia. El descubrimiento de que no se puede saber de verdad qué es la realidad desde dentro de ella. Y en fin: el descubrimiento de que los saberes son convenciones útiles, y que, como tal, siempre es pertinente preguntarse a quién o qué interés sirven.
Así pues, lo que antes el Poder lograba mediante la represión (prohibición de hablar), ahora lo logra mediante la Ciencia (el Saber sacro, es decir, intocable, indiscutible para la gente): a ello obedece su vocabulario especializado (privado) y sus doctrinas dominantes (doctrinas que alcanzan el estatus de oficiales y para las que hay todo un aparato propagandístico). Si a uno un día le sobrecoge una pregunta, si siente una incógnita, si la siente de verdad (es decir, si no le había mandado nadie sentirla), entonces tiene dos opciones: hacérsela, preguntársela, o ir a la librería más cercana y comprarse un libro con el fin de tranquilizar su inquietud. En el segundo caso lo más probable es que (y esto sí que es probabilidad casi exacta) se tope con un libro de esos que, como tantos, sustraen y ocultan la verdadera y viva discusión sobre el asunto (pues estas discusiones no suelen producir certezas tranquilizadoras) y en vez de eso proporcione una serie de respuestas ya hechas. Es decir: una doctrina. Y por esa vía cada cual puede proseguir tranquilamente con las cosas de su vida (que son mayoritariamente Dinero) y sin peligro de que una preguntita de marras tire de la madeja y produzca alguna acción indeseable para el Orden, como lo son todas las acciones imprevistas (pues sin previsión no hay Mercado). Y si esa doctrina no le gustara, pues va y se compra otra, que para eso en la Democracia hay libertad de compra venta de opiniones. En fin: la Ciencia es la forma que hoy día ha encontrado el Poder de prevenir que el libre razonamiento cuestione los intereses del Orden de turno. 

La Ciencia es simple y llanamente la policía del habla. Hay cuestiones que en el habla coloquial están protegidas de ser habladas honesta e ingenuamente (no sólo las económicas o políticas, también las físicas, es decir, las que tienen que ver con la constitución de la realidad). Hablar honestamente quiere decir hablar desinteresadamente, es decir, dejando de lado los intereses (e implicaciones) personales en la cuestión de que se discute. Hablar ingenuamente quiere decir hablar escépticamente, es decir, no partiendo de supuestos saberes ni dogmas de ningún tipo. En una conversación cotidiana cualquiera, el Saber científico nos impide razonar libremente sobre las cuestiones. Y lo mismo sucede en los palacios de la Ciencia, en las facultades y los departamentos de las universidades y escuelas. Allí donde nos imaginamos que la discusión honesta debe tener lugar ¡no hay ni de lejos tal cosa!

Así que, el buen razonamiento queda desterrado a la clandestinidad: a las cartas y conversaciones furtivas que mantienen entre sí gentes anónimas (es decir: sin rendir cuentas a ningún aparato burocrático); gentes que se arrejunta bien por su mutua pasión por una cuestión, bien por su compartida frustración y desencanto con las instituciones científicas.

La Ciencia es, además, como toda forma o instrumento del Poder, corrupta. Es decir: que la Ciencia y la educación son estatales y, como tal, siempre hay intereses dinerarios implicados. De este modo, uno empieza haciendo una tesis doctoral de contenido y forma recomendados por el departamento universitario de turno (a la espera de ser recompensado en un futuro con un puesto remunerado), departamento que a su vez le recomienda una u otra cosa al aspirante atendiendo a las posibilidades de financiación pública o privada (que no hay diferencia) que cada una le brinda, y creo que con decir esto ya es suficiente para enterarse de qué va la cosa. De modo que, el aspirante a científico profesional, si obedece las recomendaciones como es debido, tiene más posibilidades de obtener un puesto remunerado en la institución científica. Y eso, se llame como se llame, y tenga el estatus jurídico que tenga, es simple y llanamente corrupción. Corrupción, claro, del desinterés, corrupción del buen saber, porque lo que es la personita de cada uno, esa es corrupta por su propia constitución (es decir, en la medida en que tiene constitutivamente un intereś personal y privado en contradicción con el interés común).

Así pues, la verdadera y pertinente discusión no es si la Educación debe ser pública o privada (¡qué aburrimiento de discusión!) sino si la Educación debe ser estatal o popular, es decir, si debe ser estatal (sometida a su aparato y control) o no. Esa es la discusión que ninguno veremos en televisión, porque esa es la verdadera, es decir, la verdaderamente hiriente para los intereses del Poder.

Un ejemplo de cómo la Ciencia impide el razonamiento en cada uno de nosotros: cuando entramos en una conversación sobre alguno de los temas usurpados por la Ciencia (y ¡son tantos!), se nos activa el mandato del Mercado y, si nos da por obedecerlo, la conversación se trunca en un intento por sacar partido personal de la discusión (por ejemplo: demostrando que poseemos un Saber sobre el tema, lo cuál es potencialmente muy rentable), y para eso pues debemos soltar la doctrina oficial de turno, con el mayor lujo de detalles y tecnicismos si es posible. Pero esto, sin duda, dista mucho de razonar de verdad sobre una cuestión. A propósito de esto: les he llegado a escuchar a algunos filósofos decir que no se puede razonar en común, y que eso es una actividad relegada a la intimidad y la soledad. Creo que es descaradamente falso. Y muy obediente, por cierto. Lo que no se puede en todo caso es razonar en común y obedecer a la ley del Mercado, que manda competir por el valor-Saber. Así que, ya ven, razonar de verdad es también un modo de decirle NO al Dinero.

Por lo demás, en contra de lo que ingénuamente muchos nos creemos ¡la Ciencia no tiene el patrimonio de la razón! Muy al contrario, la razón es el instrumento libre y gratuito de que dispone cualquiera, y la Ciencia no es más que un uso particular de la razón (es decir: un caso de lenguaje, de producción lingüística). Uno uso particular de razonamiento que, entre otras, tiene las dos siguientes características esenciales:

-Un uso del razonamiento que produce un tipo de razones que se pueden comprar y vender. La Ciencia es un producto mercantil más, como lo son los plátanos o el sexo que venden las prostitutas. Profesores a sueldo, suscripciones a revistas científicas, subvenciones a departamentos... todas esas cosas y muchas más son los productos que la Ciencia pone a funcionar en el Mercado, protegiendo y perpetuando así el Orden vijente. Yo mismo vivo de esto. Vendo autores y doctrinas (y algunas cosas más) por un módico precio (sí: es tan asqueroso como problamemente lo es el trabajo de cualquiera, pero lo que se hace por Dinero tiene ese problemilla).

- Un uso del razonamiento sometido a unos axiomas o supuestos implícitos, es decir, a unos supuestos incuestionados (si lo son consciente o inconscientemente no importa aquí). Es decir, sometido a unos dogmas. Y por mencionar uno de esos dogmas (uno que está a la base de todo el tinglado científico): la realidad no es contradictoria. Y si no lo es, eso es porque por 'saber' entendemos 'concepción de la realidad', y no puede concebirse lo que se contradice. Así pues, como lo que el dogma en verdad dice es que 'se puede saber', la realidad no puede ser contradictoria, lo cuál es un ejemplo eminente de razonamiento falaz. Pero ¿a quién o qué le interesa que sea verdad que se puede saber lo que es verdad? Respuesta: almenos, en el estado actual de la realidad, al Mercado, ese nuevo Dios. Aunque ojo porque esa no es más que la forma actual del Poder, forma que se mantendrá mientras le permita seguir mandando, lo que no quita para que tenga que transformarse si deja de serle útil.

2 comentarios:

  1. No se muy bien porqué, pero este artículo me ha traido a la menoria dos antiguos comentarios.
    Uno del Abate Galiani, y otro de Roger Bacon.
    Galiani comentaba hace ya más de doscientos años, que toda la educación que recibimos se reduce a dos lecciones: aprender a tolerar la injusticia y aprender a sufrir el aburrimiento.
    Y Bacon, estaba convencido de la existencia de dos maneras de saber: una que deriva de la discusión y otra de la experiencia.
    La discusión origina conclusiones que nos sentimos impulsados a admitir, pero no causa certidumbre ni despeja dudas para que la mente descanse en la verdad, cosa que sólo la experiencia otorga.
    Magnífico artículo.
    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar
  2. Jon, aunque pienso que enseñar es ocultar, lo contrario de enseñar, lo comparto y subrayo las siguientes líneas, no sin antes sugerir el visionado del film 'Vivir otra vez', porque ahí también se trata este punto de vista: https://vimeo.com/121718370

    "Los saberes son convenciones útiles, y que, como tal, siempre es pertinente preguntarse a quién o qué interés sirven.

    La Ciencia es la forma que hoy día ha encontrado el Poder de prevenir que el libre razonamiento cuestione los intereses del Orden de turno. 

    Razonar de verdad es también un modo de decirle NO al Dinero.

    Y por mencionar uno de esos dogmas (uno que está a la base de todo el tinglado científico): la realidad no es contradictoria. Y si no lo es, eso es porque por 'saber' entendemos 'concepción de la realidad', y no puede concebirse lo que se contradice."

    Saludos!

    ResponderEliminar