Contra el reciclaje

¿cómo va a ser malo lo que nos da de comer a nosotros y a nuestros hijos?"

Vaya por delante que, cualquiera que sea la jerga que utilice la Administración para dirigirse a nosotros, por muy prestigiosos o incluso hermosos que sean los términos con que nos hable, es sensato desconfiar.

Usted como yo sabe muy bien, por más que personalmente no nos interese saberlo en ocasiones (y así que lo olvidemos), que la Administración, que cualquier Administración, sea del partido político que sea (habidos o por haber), no tiene mayor razón de ser que el dinero, es decir: la administración del dinero. Y que nos guste o no cómo hace las cosas la Administración, eso no afecta en nada a su razón de ser. No importa de qué se trate: la educación, la sanidad, las ayudas sociales, las obras públicas, las carreteras, los acueductos, la policía, las leyes y cualquier otra cosa que se les ocurra, si se hacen desde arriba, desde la atalaya de la Administración, son parte de una contabilidad, y como cualquier contabilidad, su fin es obtener rédito de lo que se hace, es decir, compensación. Que después ese rédito sea en beneficio de unos o de otros, de muchos o de pocos, no cambia en nada el que la finalidad siga siendo el rédito, y que, por lo tanto, todo aquello que no sea rentable de uno u otro modo, es enemigo por definición de cualquier Administración.

“Pero hay algunas señoras (y señores) en la política que son buenas”, se dirá alguno al leer esto. “Se puede también guardar un poco de dinero de los ricos para hacer cosas buenas para los pobres, aunque no sean rentables” se dirá otro. Y razón no les falta, aunque cuando se dicen esas cosas ignoramos que mientras el rédito esté por delante, mientras sea el dinero la razón que gobierne nuestras vidas, se harán algunas cosas buenas, sí, de refilón, pero sobre todo se harán muchas cosas malas. Pero es que además, esas cosas que a veces nos decimos, suponen que son los seres humanos los que administran el dinero, que son los partidos de uno u otro color los que doman al golem liberado, y no que sea el dinero mismo quien los administra a ellos, quien los gobierna y los maneja más o menos a su capricho. Y la cosa, honestamente mirada, no está nada clara. Así que, como digo, es sensato desconfiar.

A partir de aquí tratará la Administración de convencernos sin descanso (y si nuestra cartera no está muy vacía quizá hasta nos dejemos convencer), por radios, televisiones y periódicos de toda clase de que puede hacerse algo que sea bueno, que sea bueno de verdad (es decir, bueno para cualquiera y no sólo bueno a veces y para algunos) y que además sea rentable. Cómo no, ¡si de eso vive ella! Pero ante esto quizá se acuerden algunos de aquello que decía el cristo en el sermón de la montaña, y si no, merece la pena hacerlo: “No se puede servir a dos amos; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero”.

Y llegamos entonces al asunto del reciclaje. ¿Quién quiere el contenedor amarillo, el verde y el azul? ¿A quién (le) sirven los envases y los residuos, los camiones de recogida, el gasoil de las máquinas, las plantas de reciclaje, los concejales del medio ambiente? ¿A los ríos? ¿A las montañas? ¿A los bichos silvestres? ¿A nuestros hijos? ¿A nosotros mismos? No respondan aún. Antes, déjenme hacerles notar algunas cosas: es posible (aunque muy poco realista, dada la Realidad que padecemos) vivir muy bien sin generar ninguna basura, pero ¿se han fijado en que los supermercados dispensan “alimentos” envasados en toda clase de plásticos totalmente inútiles? ¿Se han fijado en que es más barato (es decir, más rentable) un pimiento traído de África que el del señor que cultiva una hectárea a 30 km de su casa? ¿Se han fijado en que esto de los basureros es una cosa muy moderna? ¿En que en menos de 100 años hemos olvidado todo tipo de conocimientos prácticos milenarios sobre los materiales y a ninguno nos alarme demasiado mientras haya presupuesto para la Ciencia y doctores tenga la iglesia? ¿Se han fijado en que todos los cacharros indispensables que producimos, al tirarlos al contenedor, generamos puestos de trabajo, y si los reutilizamos como se ha hecho durante millones de años con todo tipo de cosas y de un sin fin de maneras, destruimos empleo? Y en fin: ¿se han fijado en que para que la economía vaya bien, para que haya dinero circulando, para que haya trabajo, para que las carteras se llenen y la carreteras también, para que los partidos políticos ganen elecciones, hace falta producir y consumir con indistinción de qué consideremos útil y qué no? Claro que se han fijado. Y entonces, díganme: ¿alguna Administración ha propuesto poner la producción de bienes al servicio de lo que la gente discuta y decida que necesita, han “promovido” o enseñado a reutilizar cosas, han implorado dejar de generar basura, han maldecido el trabajo? Claro que no. Y tampoco habrá nunca ninguna que lo haga (¡ya basta de cuentos!), por el sencillo motivo de que ninguna mayoría democrática apoyará jamás destruir su propia forma de vida, que es el Dinero. Se producen trastos y después se buscan consumidores. O se producen los consumidores mismos. Y si no se encuentran, nos quedamos sin trabajo y sin calderilla para comprar caprichos o incluso pan. Así pues, ya lo habrán adivinado: el dinero necesita a la basura. Cuanta más basura mejor para el dinero, y por la misma, cuanta menos basura, peor para el dinero.

Y ahora las propuestas en positivo: reconozcamos, por los ríos, por los bosques y las montañas y también por nosotros mismos, que a ninguno de nosotros (y desde luego no a ninguna mayoría democrática ni a sus Administraciones) nos importa el "medio ambiente" más que nuestra cartera. Es la Realidad: no porque seamos muy malos, sino porque el dinero es nuestro señor y amo. Y no nos atrevemos o no sabemos rebelarnos contra él, y así que cada día necesitemos convencernos un poquito (hoy es con los contenedores de colores, mañana quién sabe) de que es un amo bueno. Porque ¿cómo va a ser malo lo que nos da de comer a nosotros y a nuestros hijos?

2 comentarios:

  1. "Y tampoco habrá nunca ninguna que lo haga (¡ya basta de cuentos!), por el sencillo motivo de que ninguna mayoría democrática apoyará jamás destruir su propia forma de vida, que es el Dinero" ay!!

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