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¡No recicle!

No hay pues que descuidar las torpezas de uno, que más bien es cosa buena hacerles caso, porque son brotes de rebeldía que, lejos de amenazar con la sinrazón, aspiran a ejercerla".

Me gustaría hacer un modesto llamamiento a las gentes de bien para que dejen de reciclar (eso en el caso de que lo hicieran), o para que no quieran empezar con tan penosa tarea en el extraño caso de haberse librado hasta ahora de ella.

Nos han hecho creer que el reciclaje es cosa buena y además responsabilidad de todos. Detrás de esta creencia se esconden sin embargo unos cuantos engaños que, lejos de hacer bien, están muy al contrario al servicio de esconder el mucho mal que se hace a la gente desde la Administración. Para obrar el descubrimiento de estos engaños quisiera en primer lugar prevenirnos del lenguaje que utiliza la Administración para hablar a la gente. Por 'lenguaje de la Administración' me estoy refiriendo al lenguaje que utilizan quienes administran los asuntos públicos o de la gente (y que a fin de cuentas es administración de la gente misma): el de los medios de comunicación, tales como radios, periódicos y televisiones, así como todos esos medios a través de los cuales se sirve la publicidad, como marquesinas de autobús o rótulos en los metros y calles, y en general, todo ese lenguaje que no es el que habla la gente pero que ESTÁ sin embargo allí donde hay gente, allí por donde ella pasa y vive, en sus calles, medios de transporte y casas.