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¡El nihilismo está en nuestras escuelas!

... los individuos expedientados, es decir, aquellos cuyos méritos y fracasos han sido cuidadosamente valorados y anotados, poseen ya un denominador común (el expediente numerado), y por lo mismo son considerados unidades racionalizadas, de tal modo que, ahora sí, el mercado laboral pueda poner precio a la calidad de su tiempo"
La escuela y los medios de comunicación juegan sin duda un papel fundamental en la socialización secundaria. Entendemos por socialización secundaria aquel proceso a través del cual, el individuo, formado ya en los valores sociales o políticos vigentes, es puesto a disposición de los medios productivos con el objeto de introducirlo en las relaciones económicas o mercantiles. La escuela, en tanto que formadores de la persona, contribuye al cómputo o racionalización del individuo, de tal modo que éste sea habituado desde muy temprana edad a ser calificado. La calificación tiene en sus orígenes un objetivo doble: la individualización (o racionalización del cuerpo social, que es lo mismo) y la creación del futuro individual, (futuro del que cada individuo no es propietario). Con la calificación se distingue el cuerpo social, se separa, se distingue en individuos, en la medida en que cada individuo es propietario de su propio expediente, y el cuál computa los méritos individuales. No es necesario decir que este modelo de calificación tiene por objetivo el generar, a un nivel muy básico, un primer sentido de la competencia. Por otro lado el expediente sirve para introducirle al individuo un compromiso de futuro, en tanto que sus actos presentes serán decisivos para sus posibilidades de futuro. Así, el individuo va condicionándose individualmente, de tal modo que, si quiere algo bueno para sí, debe cuanto antes aprender a plegarse a las condiciones de futuro que le exigen. Obviamente, el futuro que el expediente de cada individuo condiciona no está diseñado (deseado) por el propio individuo, sino por la autoridad vigente, que de costumbre es el mercado. Los administradores del Estado moderno (gobierno), relacionados y/o dependientes del poder financiero o mercantil, contribuyen a través de normativas y circulares al control de los objetivos formativos de los alumnos con el fin de que éstos cumplan con las futuras demandas del mercado laboral. Así pues, las previsiones del futuro mercado laboral son lo mismo que los intereses futuros del mercado o poder financiero.

Así, los individuos expedientados, es decir, aquellos cuyos méritos y fracasos han sido cuidadosamente valorados y anotados, poseen ya un denominador común (el expediente numerado), y por lo mismo son considerados unidades racionalizadas, de tal modo que, ahora sí, el mercado laboral pueda poner precio a la calidad de su tiempo, o lo que es igual, al tiempo de esfuerzo dedicado a uno u otro trabajo. El saber por tanto, así como el propio individuo, es en la socialización secundaria un mero cómputo o número, y cuyo objetivo no es otro que el de organizar el mercado o las relaciones económicas con la mayor eficacia posible.

Los medios de comunicación por su parte cumplen la inestimable función de reforzar la fe en ese futuro para el que las escuelas preparan, de tal modo que no pueda cada individuo o escolarizado imaginar un futuro diferente.